lunes, 17 de junio de 2013

De piedra y espacios, la ciudad que habito

  Con la muerte del gran arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, la hermosa ciudad que adoro no será la misma sin sus obras. No es el único arquitecto que por fortuna tenemos, pero para mí y para muchos, fue el más grande.



  Desde chica admiré los monumentos, los contrastes de piedra rosa, gris y negra en las construcciones que a veces con solo mirarlas, sin saber que había adentro, uno sentía que era importante entrar. 


  Sus lugares son respiros dentro de este México inmerso en sus ejemplos de modernidad, defendiendo al mismo tiempo las construcciones coloniales y los vestigios prehispánicos.


  No hay guía de turista que no refiera al menos 5 de sus obras y que nos ponga en el mapa como ejemplos de construcciones monumentales.


  Arquitecto y urbanista mexicano, llevó a cabo la construcción de la Basílica de Guadalupe, el Museo de Antropología y el Estadio Azteca, por citar algunos. 
  Ramírez Vázquez fue responsable de la construcción de algunos de los edificios más emblemáticos de la Ciudad de México, entre los que se encuentran el Palacio Legislativo de San Lázaro, el Museo de Arte Moderno y la Torre de Tlatelolco entre muchos otros, siempre utilizando piedra, contrastes en las formas y bases sólidas, jugando con las inclinaciones y recordando de forma magistral el pasado de una herencia prehispánica.

  Se convirtió en Doctor Honoris Causa por la UNAM en 1995, obtuvo premios en Francia, Israel, Japón y Egipto.


   Uno de los reportajes que le dedicó el INAH lo describió como "El arquitecto que construyó para la gente". en el cual incluye su gran trayectoria y fragmentos de entrevistas que dejan ver su amor por nuestro país,  su pasión desbordada por constuir con fines sociales  y monumentales... 


  Sus espacios son para admirar la luz, para disfrutar la acústica, para encontrar siluetas serpenteantes... para caminarlas en medio de rituales y de reflexiones que pronto tomarán forma.

  Constructor de ideas y de discursos, fue el responsable de hacer realidad los pabellones que representaron a México en las Exposiciones Mundiales de Bruselas en 1958, Seattle 1962, Nueva York 1964 y Sevilla 1992.


  Un ejemplo claro de su pasión y de su arte fue el Pabellón de México en la Exposición Universal de Sevilla en 1992, con la monumental X, el gran cactus milenario, la terraza de miniaturas prehispánicas y el pasillo multicolor que dió cabida a miles de visitantes.

  En el año de las celebraciones por el Encuentro de dos Mundos, supo resaltar no solo el contenido, sino la construcción que incluso tuvo uno de los primeros jardines verticales; su gran mensaje: 


México se escribe con X...


  Ramírez Vázquez ha sido considerado "padre de la arquitectura moderna de México", nació en la ciudad de México, el 16 de abril de 1919, realizó sus estudios de arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y falleció el mismo día en el 2013.


  Fue presidente del Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada en 1968; se convirtió en el primer rector de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y fungió como secretario de Asentamientos Humanos y Obras Públicas entre los años 1976 y 1982.

  Desde la Torre de Mexicana, hoy en día Torre de Axxa, hasta los 15  mercados como el de la Lagunilla y Tepito, el arquitecto se concentró en darle espacio, luz y uso a sus construcciones.
  Otras obras relevantes de Ramírez Vázquez al interior de la República fueron la remodelación del Museo Amparo, en Puebla; las catedrales de Nezahualcóyotl y Villahermosa. 

En el extranjero, el mexicano fue el encargado de la capilla de la Virgen de Guadalupe, en Roma; el proyecto del Museo de Louvre, en París; el Museo de la Cultura Nubia, en Aswán, Egipto, entre otros. Por eso se le considera padre de la Museografía al diseñar espacios narrativos y no sólo meras estanterías sin discurso.
  También fue responsable de la embajada de México en Japón.

  Su legado es parte de nuestra memoria y de aquellos que a través de sus múltiples construcciones, descubren que le gustaba ir más allá de estilos y técnicas de construcción, habló, demostró y dictó normas sobre cómo crear espacios de convivencia.

  En el caso del estadio Azteca, aplicó la panóptica que permite poder visualizar toda la cancha desde cualquier asiento.

Por si fuera poco él diseñó el logotipo de Televisa en 1973.


Uno de mis museos favoritos es el del Templo Mayor, que terminó en 1987.



Me gusta la fuente de Antropología donde mojarse sin que te regañen los polis es un reto.
 
 Adoro al Dios Murciélago con fragmentos de sangre que vive en el Templo Mayor.

  Soy testigo de la devoción que miles de ojos le muestran a la Guadalupana en su segunda casa.

 Las grandes finales de fútbol y los conciertos vividos en el Azteca me hacen latir.

  Las leyes, los acuerdos y los secretos que hay en San Lázaro tienen espacio y piedras junto a letras de oro...

  Porque sus obras me enseñaron a amar esta ciudad y a caminarla, le quiero y le extrañaremos señor arquitecto; acá seguimos, los que nos podremos descubrir una y otra vez en este andar...


  La ciudad que habito le tiene presente como padre de recintos donde viven las historias y momentos de muchos, en donde hay una y más de sus obras que nos hacen recordar:

  Aquí pertenecemos.




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